13 mar 2014

Semana diez

► Algunas personas mienten siempre, mienten todo el tiempo. Mienten con la sonrisa, mienten con la mirada, mienten con el corazón, mienten con el alma, con la esencia y con el pensamiento. Otras, solamente mienten con palabras. Tú mientes con los labios, tú me mientes solo a mí. Me llenas de mentiras y me creo todo, las dices a cada momento; lo peculiar, es que sabes cómo hacerlo, sabes cómo mentirme. Sabes qué debes decirme y qué no, sabes qué te creeré y qué no, sabes qué diré y qué no. Sabes inventar cuentos para que me los crea, sabes fingir felicidad y dolor, puedes fingir los dos al mismo tiempo, puedes mentirme. Pero no eres el único que dice mentiras aquí; yo también te miento, te miento de una manera singular, diferente a la tuya. Te miento y te digo que te quiero, mientras tú mientes igual. Te miento y sé cómo hacerlo. Sé qué decirte, sé cuando me creerás, sé que dirás. Pero te miento de mentira, porque en realidad no te miento y te digo la verdad. Porque te quiero así, diferente; te quiero mintiéndote sin mentirte sabiendo que tú me mientes de verdad.


► No quiero irme otra vez. No puedo desaparecer de nuevo. No puedo comenzar a ser yo desde el comienzo en otro lugar: volver a nacer. Aprender a hablar, a respirar de nuevo; aprender mil cosas. Aprender de nuevo que hay tanta gente diferente a mi al rededor, y que yo soy solo yo, y que no es tan fácil. Aprender que las cosas solo se logran con sacrificio, que las trampas no llevan a nada bueno; que el mal nunca vence. Aprender que el tiempo corre y que nada ni nadie puede detenerlo —solo el amor y el deseo de estar juntos—. Aprender a comenzar cosas y, a terminar las que no me llevan a ningún lugar. Aprender que el mar es inmenso, que la luna es intocable, que no todas las sonrisas son sinceras, que adiós es una palabra muy fuerte, a destruir lo que me destruye, a que a veces es mejor estar sola. Aprender a cantarle a la vida, a soñar despierta cada día, a recitarle poesía, a vivir. No puedo irme y aprender todo eso —y más— de nuevo. "Teletransportarme" a otro lugar. No quiero irme otra vez.


► Vamos a terminar esto así: diciéndolo todo.
Tú dirás que me quieres pero que te quieres más a ti, y probablemente yo diré lo mismo. Dirás que tienes miedo, yo diré que también lo tengo, pero que podemos superarlo juntos. Puede que digas, también, que no eres el de antes que ahora las cosas serán diferentes; yo te diré que ya lo sé, y que yo no he cambiado. Yo puedo decir que suelo hacer daño a quienes quiero, y tú dirás que sabes que no te lastimaré a ti, porque es totalmente cierto. Diré que soy diferente, y tú dirás que eso es lo que te gusta de mí, y yo sonreiré. Puedo decir que no nos veremos a diario, pero tú dirás que te encanta extrañarme.
Y podemos decir mil cosas más. Que dibujarás solo para mí en mis peores momentos, que me mandarás flores de papel, que me soñarás a diario; que te escribiré poemas, que te cantaré canciones, que permaneceré en tus sueños.  Y por último diré que podemos apostar por esto que estamos sintiendo.


► Oír a mamá contarte porqué llora y tener el corazón hecho pedazos. Desear en ese momento no haber insistido en que te diga el porqué de sus ojos rojos; pero saber que ella, como tú, a veces también necesita ser escuchada; y qué mejor persona para escucharla que tú. Sentir que el alma se te parte en diez pedacitos y no saber qué decirle. Prestarle tus cinco sentidos, consolarla con la mirada, con un abrazo y con palabras de aliento que salen del corazón en el momento; pensar en qué seguir diciendo. Sentirte aliviada porque como sabes, es bueno desahogarse, y ella lo hizo contigo. Las personas fuertes, como ella y como tú y, a veces también lo necesitan.
Entrar en tu habitación, encerrarte y desahogarte sola; como mamá solía hacerlo.


¿Dónde está Ian?
Está andando por ahí con pantalón blanco y polo rojo. Buscando algo, buscando a alguien, tal vez a mí, ojalá. Parece perdido, eso me asusta. Yo lo veo por doquier y eso me gusta; me pregunto si él me verá también, pensar eso me asusta más. Ayer lo vi solo, lo he visto solo muchas veces; como esperando un milagro o alguna señal, yo no lo sé. Lo he visto caminando, sonriendo, conversando con algún espíritu andante, conversando con el viento, suspirando por amor. Totalmente desconcertado, pensando en sí mismo, o pensando en alguien más. Lo he visto sentado en la banca del frente, leyendo; estudiando para algún examen de hoy, o leyendo una novela trágica de amor como lo fue la nuestra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario