21 ago 2023

Me enamoré.

 Yo me enamoré de ti y de tus pequeños ojos brillantes detrás de esas vitrinas. De tu precioso cabello que nadie más puede tocar. De tu perfume. Y de tu sonrisa que me hacía la persona más feliz del mundo. 

Me enamoré de ti y de tus ganas de conquistar el mundo entero con tu locura. Me enamoré de tus manías por más irritantes que sean. Y de tu paciencia para llegar a formar parte de mi corazón.

Me enamoré de la manera en cómo nos conocimos, nos odiamos y luego nos quisimos. Me enamoré de esa noche de películas, secretos y magia. De tu manera de mirarme y coquetear conmigo. Poco a poco me enamoré de cada esquina de tu cuerpo, de tus lunares y de cada centímetro de tu corazón ajeno, de tu alma tan noble. Me enamoré de tus palabras bonitas y de tus frases sacadas de películas y poemas que eran solo para mí. De cada uno de nuestros recuerdos juntos. Me enamoré de ti, sin juzgarte, sin pedirte más de lo que podías dar, de cada detalle para mí. Me enamoré de tus mensajes recordándome lo mucho que querías estar a mi lado y lo mucho que me querías. De los girasoles eternos. Del café de cada mañana, y de tu manera de sorprenderme cada día.

Me enamoré de tus caricias incluso cuando yo fingía no quererlas. De cada abrazo por la espalda cuando no lo esperaba y de tus ganas de pasar más tiempo a mi lado cada día; de cada vez que me contabas las historias de tu infancia sin parar aunque hablaras horas, esas historias que tanto me gusta escuchar. De cada lugar al que fuimos juntos, de nuestras canciones, de las veces que dormí a tu lado y de las veces que me dejaste dormir en tu pecho. De tus besos de buenos días y de tus corazones con las manos. De cada vez que me esperabas, de cada beso en mi frente. De tus ojitos haciendo agüita cuando te hice sentir mal. De tus ganas de querer seguir intentando y no rendirte con lo que teníamos, aunque sabíamos que nunca iba a funcionar. De nuestros planes juntos.

Me enamoré de cada uno de tus secretos y de tus mensajes de buenos días. De cada una de las lágrimas que cayeron por tus mejillas; de lo bueno y lo no tanto; de los abrazos sinceros después de haber discutido la noche anterior y, me enamoré mucho más de ti después de conocer tu alma. Me enamoré de tu manera de quererme.

Y tengo miedo de que tú no te enamores de mí.

8 jul 2020

El amor de mi vida

Qué bonito es que existas en un mundo que está tan de cabeza. Qué increíble que el destino te haya puesto frente a mí, qué suerte la de respirar el mismo aire, que bendición la de hallarnos y ser juntos. 

La luz que irradias, amor, es tan brillante e intensa que toca corazones. Y es así como llegaste al mío, entraste y decidiste quedarte allí, tu nuevo lugar favorito. Para cambiarme la vida entera y hacerme feliz, tan feliz que llega a ser tan increíble; para estrujar mi corazón y sacar los restos de melancolía y nostalgia que había dentro y llenarlo de amor, amor puro, verdadero, real, sincero, honesto y leal. 

Quién diría que aprendería a tu lado lo que es querer y amar de verdad, y qué diferente la sensación de sentirse amada por primera vez en mi vida. 

En un universo en el cuál en el peor de los momentos, todos sacaron la peor parte de sí mismos, donde la malicia es algo tan normal, en el que está mal ser virtuoso o compasivo, y es normal ser malo y vil; es tan agradable el saber que existen personas como tú en él, con tu corazón tan grande y unos hermosos ojos brillantes, con una manera tan diferente de ver la vida y una sonrisa que puede cambiarlo todo. Con tu madurez y tus chistes a veces sin sentido. Con tu honestidad, humildad y buen humor.

Con tu manera de afrentar las situaciones difíciles y los grandes obstáculos con gran madurez y con valor, sin dejar de ser tierno y dulce. Y cómo el tener no te hace sentirte más, sino que la humildad es tu principio número uno. Tanto respeto y amor por la vida misma, y siempre agradecido por lo que tienes. Tanta valentía, tan íntegro, realista e inteligente; con tantos sueños y una imaginación tan grande. Pero también errores, temores, desaciertos y miedos, que solo te hacen un ser humano más real. 

Eres mi trébol de cuatro hojas, ese que pocos logran encontrar, y tenerte en mi vida es la suerte que pensé que no tenía. 

Estar contigo es la felicidad más grande que nunca pensé alcanzar; y saber que soy para ti, lo que tú eres para mí, solo me llena el corazón, corazón. 

Y hoy somos tú y yo, sin necesitar nada más para ser felices. Pasando las tardes de invierno en el sofá rojo de tu casa, contándonos las historias más locas de nuestras vidas, anécdotas, sueños, imaginando que esto es un cuento, rodeándome en tus brazos y probando tus besos. Tocando el cielo, sintiendo que puedo volar.

Porque si algo hemos aprendido en este corto tiempo, es que el tenernos el uno al otro es suficiente. Porque si sostienes mi mano y yo sostengo la tuya, lo tenemos absolutamente todo. Porque qué hermoso el sentimiento de que existimos juntos en este mundo. Porque este amor es lo único que nos sostiene y nos mantiene. Y tú, amor, hueles a mi perfume favorito, hueles al amor de mi vida.

24 may 2020

Ahora

A veces quisiera retroceder el tiempo y que me adviertas que eras tú y que solo necesitaba paciencia hasta volver a ti y estar entre tus brazos. Quisiera retroceder el tiempo, y llegar antes, antes de cometer tantos errores que ya cometí, sin embargo, debo admitir que de esos errores aprendí. 

Cada cosa que ocurre en esta vida tiene un tiempo y una razón, y eso era algo que yo no entendía, y se me hacía un mundo en la cabeza intentar comprender, pero pues, esa primera vez que nos vimos no era el momento aún, y estaba bien así. Quién iba a imaginar que luego sucedería, ¿no? 

En vano era que me pregunte mil veces porqué antes no estuvimos juntos, a pesar de siempre habernos recordado. Pero pienso que si existe el destino lo podría comprobar justo ahora; porque te puso hace tanto tiempo en mi vida, tan niños, tan inocentes, tan bobos; y hoy te trajo aquí de nuevo, a mi lado, tan adultos, tan sensatos, tan maduros, y con tantas ganas de estar juntos. Juntos ahora, dispuestos a responder las interrogantes que nos puso la vida, pero juntos. Sabiendo que lo nuestro nació para ser. 

El momento llegó, cuando ya habíamos pasado casi todas las pruebas de la vida para poder estar juntos. Cuando ya sabíamos lo complicado que sería y lo difícil de los amoríos. Y nos volvimos a encontrar para esto, para permanecer al lado del otro, para aprender un poco más sobre el amor, para ser el sostén el uno del otro, y más en estos tiempos tan difíciles. 

Yo ya no tenía el corazón fracturado en miles de pedacitos, sin embargo me ayudaste a resanar las heridas faltantes, tenía un corazón feliz y lleno, y una sonrisa de oreja a oreja en mi cara, y tú llegaste a darle el toque de encanto y magia que me faltaba. 

No sé si eras el amor de mi vida, porque eso solo lo encuentras una vez, y a estas alturas prefiero no pensar en eso. Pero sí era amor, y era especial y era diferente y esta vez sí era real; y ese amor me da paz y me hace tanto bien. Y me abraza cuando lo necesito, y está aquí aunque estemos lejos, y me haces reír y sonreír. Y mis demonios se calman si estás a mi lado. 

Me enseñaste a creer en algo nuevo, a tener esperanzas, a crecer. A volver a reír a carcajadas, a respirar sonrisas, a soñar con los ojos entreabiertos, a disfrutar los malos ratos, y a oír música mirando al cielo, anhelando que todo esto acabe para verte otra vez. A oír melodías donde nadie lo hacía. Se siente como esos amores de libro que tanto me gustan, pero esto es real. Durante tanto tiempo había intentado ser feliz, pero recién sabía lo que se sentía serlo. 

Has logrado entender mi lado más íntimo y patético, y sé que eres tú porque nunca nadie lo había hecho; y cuando escuchas mis odiseas y tragedias con atención incluso cuando despierto muy muy de mañana, como un niño pequeño leyendo su libro de aventuras favorito. Y cuando me miras como si fuese arte, como si fuese lo más hermoso que has visto en tu vida, y me gusta así. Y me dibujas, y soy feliz. 

Y me gusta de ti tu sonrisa, que se dibuja tan de repente cuando estamos juntos, y tu manera de ver el mundo por el lado más amable; tu madurez y el cómo enfrentas la vida con sus problemas y dificultades, aunque todo se vea tan oscuro. 

Era el destino, la casualidad más bonita. Eras tú ,ahora, a mi lado. Eras mi nuevo presente y nuevo mi futuro. 

14 may 2020

Ella

Llegué a pensar que era un hombre “fuerte”, que podría estar sin ella, sin extrañarla, sin necesitarla, y que reemplazarla sería así de fácil como sonaba. Pensé que estar sin ella sería mejor para mí, para mi tranquilidad, para mi paz y de alguna manera quería pensar que también para ella. Y en un arrebato mío, solo arremetí a dejarla, sin nada más que decir. 

Al inicio fue fácil no querer saber de ella, me hacía “bien” salir con otras niñas y con amigos. Y saber que de alguna manera ella me esperaba, solo alimentaba mi ego. 

Pero admitiré por primera vez que nunca me había enamorado de esta manera, nunca antes había sentido como toda mi piel y alma se sumergían dentro de su mar. Y ahora lloro. 

Ahora pienso y recuerdo todo. Desde las miradas, las risas, los besos tiernos y los apasionados; los paseos improvisados, las canciones de amor, las caricias, la preocupación, los abrazos en las buenas, y hasta los abrazos después de las peleas que nos mantenían unidos. Recuerdo el apoyo que me daba, y el que yo intentaba darle día a día. Y recuerdo cómo fue que comenzó todo, en qué perfecto se sentía que alguien me ame así, y sentir el mismo amor por ella. Pienso en todo, incluso en lo que no puedo contar y hasta en lo que no llego a recordar. 

Cada detalle, las cartas, las notas de amor, las sorpresas, las flores de papel, los mensajes de madrugada. Ella cantado todo el tiempo esa canción que a mí no me gustaba, pero que me encantaba solo porque ella la cantaba. Recuerdo cómo todo el mundo apostaba por nuestro amor, hasta yo lo hacía. 

Pensaba en cómo la había enamorado y cuanto me había esforzado en perderla, y me sentía más tonto de lo que ya era. Recuerdo que ella era feliz conmigo y yo era feliz al verla feliz. Recuerdo muy bien que ella era el amor de mi vida. Las promesas, los sueños, los planes juntos, las historias que nos inventábamos. Y en como tuve miedo a que me deje, y le pedí que no lo haga, y le juré hacerla siempre feliz y prometí que nunca le haría falta mi amor, pero sí le falté. Y ahora me preguntaba cómo pude dejarla cuando más necesitaba a alguien a su lado y cuando el mundo se ponía difícil.

Y recuerdo que cada vez que algo malo pasaba o cuando la necesitaba, solo me hacía falta voltear y ella ya estaba allí, dándome todo. Y cuando celebrábamos las victorias. Y el ser parte de una familia. O cuando lloraba desconsoladamente en mis brazos porque tenía miedo. Cuando le pedí que nos casemos para que esté segura de mi amor. O las veces que nos quedábamos juntos por las noches y nos amábamos. Las veces que perdí todo mi orgullo por ella y las veces que ella también lo hizo por mí. Pienso en nosotros arreglando nuestras diferencias y pidiendo disculpas con un beso o un abrazo, con un "te amo" sincero, porque solo eso era necesario para solucionarlo todo. 

Y ella decía que juntos podíamos contra todo, pero yo no entendía. Ahora caigo en cuenta de que ella quien podía, ella era la fuerte, la persona más hermosa que conocí alguna vez, y no me refiero a su sonrisa o a sus hermosos ojos, o ese lunar que ella odiaba pero para mí la hacía ver más perfecta; me refiero a su gran corazón, a ese corazón inmenso lleno de fuerza para seguir amando a pesar de los obstáculos, a ese corazón tan fuerte, inocente y decidido que podía contra todo, contra sus problemas y también contra los míos, contra mis demonios, mis berrinches y mi inmadurez. Ese corazón tan precioso a donde yo pertenecía. 

Ahora entendía todo, ahora la extrañaba. Me hacía falta su piel tan suave, sus besos, su manera de hacerme sentir el hombre más importante  y el amante más perfecto del mundo entero, incluso cuando no lo era. Su voz, sus celos sin sentido, sus abrazos fuertes, su manera de escucharme, de ayudarme y de apoyarme en mis decisiones por más tontas que sean. Extraño secar sus lágrimas, ser esa persona a la cual acudía cada vez que el mundo le fallaba. Y sostener su mano. Y saber que ya no lo haré más me parte el corazón. Ahora entiendo de que nunca fui tan perfecto como pensé, de que nunca lo había sido, de que nunca intenté lo suficiente. 

No le dije ni un “lo siento”, nunca di una explicación. Solo le fallé y me fui. Y ahora me preguntó si aún pertenezco a su corazón, cuando ya hay alguien más en él. Pero ya había pasado algún tiempo. Ahora solo recordaba momentos, la recordaba a ella, me cuestionaba miles de cosas. La había perdido, y todo era culpa mía, y la necesitaba. Había fallado, y de la peor manera. Y tengo miedo y lloro.

Ahora ella ocupaba mi cabeza el día entero y era mi sueño de cada noche, justo como en los viejos tiempos.

4 mar 2020

La chica de sus sueños


Lo conocí hace un tiempo atrás. Alto, ojos bonitos, inteligente, tímido, un corazón tan noble, no era perfecto, pero era justo para mí, exactamente a mi medida, mi otra mitad. Yo pasaba una etapa muy difícil, y solo recuerdo haber orado a Dios, y haberle pedido un ángel, y me lo envió.

Recuerdo exactamente la primera mirada, la primera conversación, el primer almuerzo juntos, la primera salida y por supuesto, el primer beso; ese primer beso que me hizo darme cuenta que no quería besar a nadie más, ese beso tan tierno, tan dulce. Ese beso en el que supe que era él y que era para siempre.

Y muchas personas dicen que cómo puedes amar a alguien tan rápido. Pero a nosotros nos pasó. Todo fue veloz y como él dijo "estoy agradecido con Dios por haberte conocido tan pronto en mi vida", y yo también lo estaba. Era increíble sentir estas cosas por alguien. Nunca nos había pasado así.

Nadie me había ayudado tanto, a ser mejor persona, a dejar mis miedos atrás, a simplemente, lanzarme cuando quería algo, a ser perseverante. Y me ayudó tanto, que de alguna manera, no estaría donde estoy justo hoy, si no fuera por su gran apoyo en esos días. Gracias.

Yo una chica con algún trastorno de por medio, que aún no sé cómo explicar... me abrí, abrí mi corazón, le conté exactamente cómo me sentía, incluso de aquellas veces que explotaba y quería desaparecer de la faz de la tierra, y él entendió. Estábamos sentados en el auto, yo lloré y me abrazó fuerte. Y cada día me convencía más, de que era mi ángel y que nunca encontraría a alguien igual. Fui infinitamente feliz.

Nuestra primera pelea, de esas que crees que no vas a superar. Llegó a mi casa con una carta, recuerdo lloré al leerla. Me contaba una historia, sobre un sueño y decía que era el amor de su vida, la chica de sus sueños. Y que el preciso día que nos conocimos él lo supo, él me reconoció. Y yo solo lloré de felicidad al leerla, y lo amé más. Y la he leído tantas veces, que probablemente ya me lo sé de memoria.

Recuerdo en uno de mis ataques de esos que ya conté antes, le dije que él no debía estar conmigo. Y lloró, me pidió que nunca lo deje, y mi corazón se rompió, había hecho llorar a la persona que amaba y me amaba más que a nadie en este mundo. Y me sentí la persona más mala de todo el mundo. Ese día me hizo abrir los ojos, ¿cómo iba a poder dejarlo?, ¿cómo sería capaz de hacerle eso al amor de mi vida? Me odie mucho, y prometí nunca hacerlo, nunca iba a dejarlo. Yo era la chica de sus sueños y él era mi ángel.

Y un día, tras una de esas discusiones por cualquier tonta cosa, me entregó una nota que decía y lo recuerdo muy bien: "Por más que lo analizo miles de veces, la única conclusión a la que llego es que TE AMO". Sí, con letras mayúsculas. Y lo amé más.

Contar cada experiencia, sería un libro de nunca acabar; cada viaje, cada detalle, cada carta, tantos planes, cada mal rato que pasamos, incluso los problemas eran tan fáciles de solucionar, y podíamos seguir adelante. Alguna mala persona nos quiso separar alguna vez; pero ambos sabíamos que sería imposible, ambos estábamos tan seguros de que juntos podíamos contra todo y todos. Era amor de verdad.

Hubo meses en los que estuvimos tan lejos, que solo nos quedaba escribirnos y llamarnos cada noche, y recordarnos lo mucho que nos extrañábamos y que moríamos por estar ya al lado del otro. y lo fui a ver, y fui feliz, y sé que él también. Y sí, fueron tiempos difíciles, pero también lo superamos.

Han pasado unos años y han pasado tantas cosas. Buenas y malas, bonitas y feas, fáciles y difíciles. Retos, enfermedad, momentos en los que tocaba concentrarnos en nuestras metas, porque al final de todo, cada logro personal, era para los dos. Anécdotas. Momentos en los que alguno de los dos explotaba y tocaba al otro ser el sostén de la relación. Éramos un equipo, éramos uno, éramos amor.

Pero a veces, uno se olvida de eso. Y nos tocó alejarnos un tiempo, de los días más difíciles de mi vida, pero al final, fue un regalo es separarnos, que Dios nos dio, para hacernos entender que nuestro destino era estar juntos, querernos, respetarnos, cuidarnos, y por sobre todo amarnos, y no dejar que nada se interponga en nuestra bonita historia. Esta historia, a la que ahora acompañan 12 patitas y muchos ronroneos.

El es mi ángel, y yo soy la chica de sus sueños.

22 jul 2019

Nos reconocimos


Es curioso el tiempo, el motivo y el lugar que nos hicieron coincidir ese mismo día, en ese mismo instante, en ese exacto momento.
Curiosas las razones por las cuales cada quien de nosotros decidió llegar a parar allí, sin pensarlo, aunque esa es otra larga historia. 
Fueron casi casi cuatro largos años, en los que dimos los mismos pasos, respiramos el mismo oxígeno, transitamos los mismos quinientos metros cuadrados; sentimos el mismo sol, el mismo viento. La misma sensación de incertidumbre. Los mismos miedos, las mismas voces, las mismas personas e incluso las mismas risas. Los mismos temas de conversación, y otros no tan parecidos.
Una vida universitaria tú por tu lado tan atolondrada, y yo por mi lado tan imperturbable. O eso creíamos.
Cuatro años paseando por amores pasajeros, desamores, experiencias, enseñanzas; por personas que solo nos guiaron a ese preciso momento.
Cuatro años en los que no cruzamos miradas. Pero imagina qué hubiera pasado si las cruzábamos.
Años en los cuales tú y yo, nos preparamos para ese encuentro especial, ese momento que decidiría el resto de nuestras vidas.
Tiempo de saber y no saber qué nos depararía el futuro. Tiempo de indecisión.
Cuatro años de espera, de altos y bajos, de lágrimas y risas. 
Largos años de soñar con el otro sin siquiera conocernos o habernos visto en este mundo físico. 
Cuatro años sin saber que estábamos tan cerca el uno del otro.
Sería Dios, el destino, la magia o el azar, o alguna extraña fuerza sobrenatural. Pero eso no importaba.
Yo pedía un ángel en mi vida, y tú esperabas por la chica de tus sueños. 
Y quién sabe el porqué, aunque tal vez ambos lo sabemos… prepararnos para ese milisegundo en el cual por fin en esta vida, nuestras miradas coincidirían.
Prepararnos para que luego de casi cuatro años, por fin, curiosamente, esa noche de primavera, en ese extraño lugar, donde nadie imaginaría, y sin decir palabra alguna... solo nos reconocimos.

24 sept 2018

Yo rompí su corazón

Yo le hice daño, mucho daño. Yo rompí su corazón en dos, una y otra vez. Yo sabía lo mucho que me amaba y la decepcioné mil veces y una vez más; yo estaba seguro de que ella estaría de por vida a mi lado, y no la cuidé; y no me di cuenta de lo mucho que valía. No me di cuenta de lo mucho que hacía por mí y para mí, no me di cuenta de que lo único que ella quería era verme feliz sin importar su felicidad. Y yo le hice daño.

Yo la lastimé, la lastimé cuando le dije con mis acciones que no la amaba más, cuando me hacía el frío, cuando no fui romántico con ella, cuando se me acabaron los detalles. La lastimé cuando me hacía el desentendido cuando discretamente pedía un poco de mi atención. La lastimé cuando no la llamaba, cuando no le escribía; porque estaba seguro de que sería ella quien lo haría en algún momento del día aunque estábamos tan lejos.

Yo la hice llorar. Y sí que lloró. Lloró un mar entero cuando se dio cuenta de que ya no era mi prioridad, cuando se dio cuenta de que tenía cosas "más importantes" que ella y mi atención no estaba en ella más. Lloraba cada vez que ella me miraba con sus ojos grandes y yo no la miraba como antes, ni siquiera volteaba a mirarla, pero sabía que ella me miraba a mí; cada vez que me despedía con un "te amo" sin sentimientos, un "te amo" acostumbrado, un "te amo" ya predeterminado; lloró cada vez que yo no la abrazaba como antes o no tenía ganas de tomar su mano. Lloro cada vez que no recordaba nuestro aniversario, aunque justo ese día hayamos dormido en la misma cama. Lloró cada vez que la busqué solo por interés. Pero ella, tan tonta, estaba aún allí por mí y para mí.

Yo la hice miserable y triste. Hice que se sienta la peor persona del mundo cuando la hacía sentir inferior a mí, cuando la menospreciaba a ella y todo lo que ella hacía, hice que no sea feliz a mi lado, la hacía totalmente infeliz. Ella era triste y a mí no me importó hacerla feliz, a mí no me importo secarle las lágrimas de los ojos y hacerla sonreír. No me importó haberla lastimado con las cosas que le dije, no me importó haberla hecho llorar con mi indiferencia, no me importó hacerle daño. Yo solo pensaba en mí, en mi vida, en mi futuro, en mi trabajo, en mis amigos y en mi bienestar.

Yo solo pensaba en mí sin darme cuenta que tenía al amor de mi vida a mi lado, sin darme cuenta que ella sería la única persona que me amaría de tal manera tan intensa, sin juzgarme, sin reprocharme nada, amándome incondicionalmente, amándome sin medidas, amándome a pesar de haberle dado tantas razones para ser odiado, amándome sin recordarme lo mucho que le hice daño. Le hice daño aunque sabía que ya habían personas que la habían lastimado, y personas que aún lo hacían, aunque sabía que estaba pasando por un mal momento, aunque ella ya tenía el corazón roto y destrozado, aunque estaba deprimida, aunque sabía que ella no estaba bien y que necesitaba de mí en su vida para ayudarla: no me importó y yo le hice daño. 

Ella veía en mí a lo mejor que le había pasado en la vida (y yo no), veía en mi a su príncipe azul de cuentos de hadas que tanto le gustaban (y yo no), veía en mí solo mi parte tierna y el amor que alguna vez tuve por ella, y eso es lo único que ella me pedía: un poquito de amor y cariño y una miseria de atención (y yo no se lo di). Ella veía en mí incluso lo que yo no veía y siempre me lo recordaba, y siempre me animaba, y siempre me cuidaba, y por sobre todo: siempre me amaba. 

Y yo sé que ella estará aquí siempre. Y yo sé que nunca me dejará.

Pero soy un tonto, un tonto por pensar que así siempre será.

1 ago 2018

Me muero por ser parte de tu vida

Conocerte ha sido de las mejores cosas que me pasaron. 

Era una época en mi vida, en la que todo estaba al revés, patas arriba; y llegaste a ayudarme a poner orden a todo. Tú con tus ojos tan bonitos. Y era gracioso como todo estaba escrito en el destino. No lo esperábamos y se dio. Aún intento descubrir si fueron tus ojos o tu voz ta bonita lo que me atrajo de ti. 

Era gracioso tener tanto de qué hablar y tener tantas cosas en común. No era posible, pensaba yo. Y se dio que hasta completábamos las frases del otro: magia. Mi corazón estaba temblando, quería y no quería enamorarse. No quería lastimarse una vez más. Y te analizaba madrugadas enteras sin dormir. Tú no eras el típico rompecorazones. 

Mis manos temblaban estando cerca tuyo. Mi sueño de un amor de película se estaba cumpliendo.

Te ves exactamente como yo te había soñado sin saber que eras tú. Si hubiera sabido que, conocerte iba a cambiar mi vida y mi suerte por completo, te hubiera buscado desde mucho antes. 

Gracias por haber cambiado mi vida, mi suerte, mi manera de ver el mundo. Por haberme ayudado a sonreír incluso en los momentos de tristeza y por haber estado a mi lado dándome ánimos para poder solucionar cada problema. 

Pensaba, que las personas como tú ya no existían. Mi corazón juraba que no iba a volver a enamorarse. Gracias por haberte sentado a mi lado una madrugada entera y haberme escuchado atentamente narrándote mi desastre de vida. Gracias por jurar que lo nuestro es una novela. Por ser tan sensible como eres, por abrazarme solo cuando sabes que lo necesito, porque tienes esa magia de poder adivinar cuando no estoy bien y cuando sí lo estoy. Gracias por saber que amo los chocolates y los girasoles. Y entender que a veces puedo estar tan loca aunque no lo parezca. Gracias por hacerme sentir paz, esa paz interior que solo con sonrisas y besos te puedo explicar. 

Tal vez sea demasiado pronto decirlo, pero sé que igual que yo, tú deseas que ojalá nuestras ganas de hacer feliz al otro, nunca se acaben. Quiero que seas mis ganas de no querer conocer a alguien más. Mis ganas de no querer regresar el tiempo. Porque me enseñaste a vivir diferente y a cumplir mis sueños. Gracias por sentarte los viernes a mi lado. Y por no aburrirte mientras miro nubes y aves pasar. 

Porque para el poco tiempo de haberte conocido, ya me muero por ser parte de tu vida... siempre.

18 jun 2018

Era ella

La había visto pasar un par de veces, en mis sueños tal vez, pero uno de esas noches medio frías de primavera sin esperarlo, la conocí; e inmediatamente, sin pensarlo y sin dudarlo... me enamoré.

Nunca había llegado a sentir que mi vida necesitaba algo (o a alguien) que me despegue los pies de la tierra y, que me sienta a gusto con eso. Ella estaba totalmente fuera de sí; solía decir unos mil sinsentidos por minuto y algunas otras cosas que yo creo que lograba entender; sus chistes tontos, su risa un tanto exagerada, eran alguna de las cosas por las que podría afirmar que era única y especial. Era ella; era ella la porción de locura que a mi vida aburrida le hacía falta. 

Sus ojos eran preciosos, aunque se sonrojaba cada vez que se lo decía; pero me encantaba ver como sus mejillas se tornaban de ese color rojo intenso... y besarla. Y hasta su aroma me paraba los cabellos, era dulce y encantador a la vez. Tenía algo que yo no podía saber qué era, que me tenía atado a ella de alguna manera inexplicable; y ese algo, me hacía pensarla dieciocho horas del día y soñarla las otras seis. Eso que la hacía diferente y especial, me hacía querer tenerla a mi lado, querer mirarla sin parpadear y, hasta oír su millón de barbaridades, me deleitaba. Imagínate cuando hablaba... yo ya estaba en el mismísimo cielo.

Ella era de esa clase de personas que casi nunca encuentras. Era preciosa desde todos los ángulos y aún siendo ciego podría afirmar que lo era, aunque ella no terminaba de creérselo. Su manera de ver el mundo, era lo que más me enamoraba, ¡era increíble! Era fuerte y decidida, pero también era gracioso verla intentando ocultar que tenía el corazón destrozado por algún motivo, y era en esos momentos, era gracioso porque lo negaba y solo yo podía saber que no era así, y era en esos momentos cuando yo más quería permanecer a su lado. Tuve esa dicha de poder verla en sus mejores momentos, los más felices, los que la llenaban y también la vi en los malos ratos, cuando sentía que el mundo estaba sobre sus hombros y ella creía que todo le iba mal. Y mis ganas de quedarme a su lado, me mantenían de pie allí, sin ninguna duda de que eso era lo que quería. Ojalá hubiera podido solucionar todos sus problemas, así como cuando ella con su preciosa sonrisa me hacía olvidarme de los míos.

Tal vez ella no sabía lo mucho que me enloquecía, tal vez no podía darse cuenta de eso; aunque siendo tan inteligente probablemente solo se hacía la desentendida, era imposible no darse cuenta que me encantaba y que me moría con ella.

Era casi perfecta, y yo tal vez era ese pedacito que le faltaba para que llegue a la perfección; no porque yo lo fuera, sino porque solo quería hacerla más feliz de lo que ya era y darle cada una de las cosas que le faltaba para sentirse plena.

Y le agradezco a Dios por eso, por ponerla en mi camino tan inesperadamente, tan mágicamente, tan especialmente; porque enamorarme de ella fue lo mejor que me pudo pasar hasta este momento; tenerla a mi lado, lo mejor que me pudo pasar en la vida entera; y amarla, una bendición.

16 ene 2018

Mi vida

Cuando me leas quiero que aún tengas claro que eres el amor de mi vida.

Cómo voy a dejar de amarte si contigo imaginé mi vida entera. Si teníamos nuestra vida planeada en un diario; si te amo como ya nadie sabe amar, con toda mi locura y además te amo más en toda mi lucidez.

Quisiera pedirte otra vez que no te vayas. Que no me dejes con el corazón destrozado. Te perdono todas tus inseguridades, todos tus desplantes. Te perdono cada vez que te esperé y no llegaste. Te perdono los tequieros que te olvidaste. Perdono cada error que cometiste, cada defecto tuyo, y te amo cada segundo más.

Me sobra el aire, me sobran los besos, me sobran las ganas de seguir viviendo si no estoy a tu lado; pero no estoy contigo; y si lo estoy, es solo con el pensamiento. Cómo hacerte entender que te necesito, que me ahogo de lágrimas en mi habitación; que me faltan las ganas, me falta el amor, me faltas tú.

Y si después de todo este amor iba a terminar así, ¿por qué y para qué tantas promesas? Quisiera poder entender porqué hasta el último segundo prometiste estar conmigo siempre. Porqué te llevaste partes de mi corazón roto, porqué no intentaste una vez más y porqué te diste por vencido. Si habíamos construido algo como magia.

Llévame contigo a donde estés. Baila conmigo en la oscuridad. Hagamos juntos todo lo que quedó pendiente. Veamos juntos el atardecer de nuevo, tómame de la mano, bésame toda la vida, no paremos de reír. Quisiera solo estar soñando este dolor. ¿Qué debo hacer para estar de nuevo entre tus brazos... y quedarme allí?

Yo no me quiero ir. Yo no te quiero perder. Yo me quiero quedar aquí, donde nos quedamos la última vez, donde me diste el último abrazo, en esa última vez que tomaste mi mano; quiero estar a tu lado, cuidarte, amarte con toda el alma, amarte con todas mis fuerzas. Estar contigo mi vida entera; porque eso eres: mi vida.