14 may 2020

Ella

Llegué a pensar que era un hombre “fuerte”, que podría estar sin ella, sin extrañarla, sin necesitarla, y que reemplazarla sería así de fácil como sonaba. Pensé que estar sin ella sería mejor para mí, para mi tranquilidad, para mi paz y de alguna manera quería pensar que también para ella. Y en un arrebato mío, solo arremetí a dejarla, sin nada más que decir. 

Al inicio fue fácil no querer saber de ella, me hacía “bien” salir con otras niñas y con amigos. Y saber que de alguna manera ella me esperaba, solo alimentaba mi ego. 

Pero admitiré por primera vez que nunca me había enamorado de esta manera, nunca antes había sentido como toda mi piel y alma se sumergían dentro de su mar. Y ahora lloro. 

Ahora pienso y recuerdo todo. Desde las miradas, las risas, los besos tiernos y los apasionados; los paseos improvisados, las canciones de amor, las caricias, la preocupación, los abrazos en las buenas, y hasta los abrazos después de las peleas que nos mantenían unidos. Recuerdo el apoyo que me daba, y el que yo intentaba darle día a día. Y recuerdo cómo fue que comenzó todo, en qué perfecto se sentía que alguien me ame así, y sentir el mismo amor por ella. Pienso en todo, incluso en lo que no puedo contar y hasta en lo que no llego a recordar. 

Cada detalle, las cartas, las notas de amor, las sorpresas, las flores de papel, los mensajes de madrugada. Ella cantado todo el tiempo esa canción que a mí no me gustaba, pero que me encantaba solo porque ella la cantaba. Recuerdo cómo todo el mundo apostaba por nuestro amor, hasta yo lo hacía. 

Pensaba en cómo la había enamorado y cuanto me había esforzado en perderla, y me sentía más tonto de lo que ya era. Recuerdo que ella era feliz conmigo y yo era feliz al verla feliz. Recuerdo muy bien que ella era el amor de mi vida. Las promesas, los sueños, los planes juntos, las historias que nos inventábamos. Y en como tuve miedo a que me deje, y le pedí que no lo haga, y le juré hacerla siempre feliz y prometí que nunca le haría falta mi amor, pero sí le falté. Y ahora me preguntaba cómo pude dejarla cuando más necesitaba a alguien a su lado y cuando el mundo se ponía difícil.

Y recuerdo que cada vez que algo malo pasaba o cuando la necesitaba, solo me hacía falta voltear y ella ya estaba allí, dándome todo. Y cuando celebrábamos las victorias. Y el ser parte de una familia. O cuando lloraba desconsoladamente en mis brazos porque tenía miedo. Cuando le pedí que nos casemos para que esté segura de mi amor. O las veces que nos quedábamos juntos por las noches y nos amábamos. Las veces que perdí todo mi orgullo por ella y las veces que ella también lo hizo por mí. Pienso en nosotros arreglando nuestras diferencias y pidiendo disculpas con un beso o un abrazo, con un "te amo" sincero, porque solo eso era necesario para solucionarlo todo. 

Y ella decía que juntos podíamos contra todo, pero yo no entendía. Ahora caigo en cuenta de que ella quien podía, ella era la fuerte, la persona más hermosa que conocí alguna vez, y no me refiero a su sonrisa o a sus hermosos ojos, o ese lunar que ella odiaba pero para mí la hacía ver más perfecta; me refiero a su gran corazón, a ese corazón inmenso lleno de fuerza para seguir amando a pesar de los obstáculos, a ese corazón tan fuerte, inocente y decidido que podía contra todo, contra sus problemas y también contra los míos, contra mis demonios, mis berrinches y mi inmadurez. Ese corazón tan precioso a donde yo pertenecía. 

Ahora entendía todo, ahora la extrañaba. Me hacía falta su piel tan suave, sus besos, su manera de hacerme sentir el hombre más importante  y el amante más perfecto del mundo entero, incluso cuando no lo era. Su voz, sus celos sin sentido, sus abrazos fuertes, su manera de escucharme, de ayudarme y de apoyarme en mis decisiones por más tontas que sean. Extraño secar sus lágrimas, ser esa persona a la cual acudía cada vez que el mundo le fallaba. Y sostener su mano. Y saber que ya no lo haré más me parte el corazón. Ahora entiendo de que nunca fui tan perfecto como pensé, de que nunca lo había sido, de que nunca intenté lo suficiente. 

No le dije ni un “lo siento”, nunca di una explicación. Solo le fallé y me fui. Y ahora me preguntó si aún pertenezco a su corazón, cuando ya hay alguien más en él. Pero ya había pasado algún tiempo. Ahora solo recordaba momentos, la recordaba a ella, me cuestionaba miles de cosas. La había perdido, y todo era culpa mía, y la necesitaba. Había fallado, y de la peor manera. Y tengo miedo y lloro.

Ahora ella ocupaba mi cabeza el día entero y era mi sueño de cada noche, justo como en los viejos tiempos.

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